Hackensack, NJ.- El expresidente Donald Trump proclamó en
un acto de oración en el Jardín de Rosas que su gobierno estaba “trayendo de vuelta
la religión a nuestro país”. Como parte de esa visión, la administración
impulsó reglas que reconocen la libertad de expresión religiosa de los
empleados federales, una medida que podría tener efectos más allá del sector
público y que ha generado tanto respaldo como preocupación en Nueva Jersey y en
todo Estados Unidos.
Durante el verano, la Oficina de Gestión de Personal
(OPM) emitió directrices que garantizan a los más de 3 millones de trabajadores
federales el derecho a rezar, portar símbolos religiosos y mantener
conversaciones sobre su fe en el lugar de trabajo, siempre que estas no sean de
carácter hostigador. El memorando de julio también enfatiza que los empleados
pueden persuadir a colegas sobre la corrección de sus creencias religiosas y reunirse
en horario laboral para orar o estudiar textos sagrados.
La medida fue aplaudida por líderes religiosos y abogados
laborales que ven en ella una reafirmación de la libertad religiosa. Jonathan
Segal, especialista laboral en Filadelfia, indicó que la normativa evita que
los trabajadores “dejen su religión en la puerta del trabajo” y prevé que
incluso podría extenderse al sector privado. Según explicó, estas protecciones
facilitarán a los empleados observar prácticas como el ayuno o la oración
durante la jornada laboral.
Sin embargo, organizaciones de derechos civiles y
representantes de minorías religiosas advierten que la política puede erosionar
la neutralidad del entorno laboral y abrir espacios para el proselitismo no
deseado. Naomi Kraus, directora de la Jewish Coalition Against Workplace
Antisemitism en Teaneck, afirmó que los trabajadores judíos temen ser
presionados o sentirse marginados en oficinas dominadas por mayorías
religiosas. “La gente no denuncia por miedo a perder su seguro médico o su sustento”,
señaló.
Datos de la Universidad de Rice en 2022 refuerzan la
inquietud: dos tercios de los musulmanes, la mitad de los judíos y un tercio de
los cristianos evangélicos reportaron haber enfrentado algún tipo de
discriminación religiosa en el empleo. La Comisión de Igualdad de Oportunidades
en el Empleo recibe cada año unas 14,000 quejas de este tipo, que incluyen
desde peticiones para usar vestimenta religiosa hasta denuncias de acoso.
En Nueva Jersey, algunos casos ya han llegado a los
tribunales. Alexander Smith, bombero en Atlantic City y ministro cristiano,
demandó a la ciudad por exigirle afeitarse la barba, lo cual contradecía su fe.
Un tribunal federal falló a su favor, estableciendo un precedente sobre el
derecho de los trabajadores a recibir ajustes razonables. Para su abogada,
Kayla Toney, la política de Trump confirma que “los empleados no renuncian a su
fe al aceptar un puesto en el gobierno”.
Desde la perspectiva de otras comunidades, persisten
dudas sobre la equidad de la aplicación. Needhy Shah, de la Hindu America
Foundation en Filadelfia, señaló que los hindúes enfrentan retos cotidianos,
como almuerzos corporativos en restaurantes de carnes sin opciones
vegetarianas. “Las promesas de las políticas anti-discriminación suelen no cumplirse
con las minorías religiosas”, advirtió.
El debate en torno a estas reglas refleja una tensión
nacional entre quienes celebran el reconocimiento del derecho a la fe en el
trabajo y quienes temen que la libertad religiosa de unos termine convirtiéndose
en presión para otros. La discusión, especialmente viva en el diverso estado de
Nueva Jersey, continúa marcando el pulso de la relación entre religión,
política y empleo en Estados Unidos.

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