Cuando conocemos quién es Dios, aprendemos a vivir
seguros y sin temor. El miedo no viene de Él; aparece cuando quitamos la
mirada y dejamos de confiar en Su
Palabra, que está viva y obra en nuestro interior para recordarnos que Él
habita en nosotros.
Hay situaciones que no podemos controlar, y eso nos puede
llevar a olvidar lo que somos en Cristo, buscando soluciones en otros lugares
en vez de acudir a Él.
Nuestra fe se debilita cuando se deja llevar por lo
externo, pero la Palabra de Dios es firme, eterna e inmutable. Por eso debemos
verlo como lo que es: el Todopoderoso, el Señor de todo, el que da fuerza y
sostiene nuestra vida.
Él está en Su trono lleno de majestad y poder, esperando
que lo mires y confíes con todo tu corazón.

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