Opinión-Los peligros de muchas democracias son los mismos demócratas

Teófilo Quico

Uno de los grandes peligros del sistema democrático –de los regímenes donde hay libertad de expresión, gobiernos producto de elecciones libres y libertad de tránsito– han sido los propios partidos y dirigentes denominados democráticos. Muchos de ellos no solo desconocen los fundamentos de la democracia, sino también que, por estar imbuidos de ideales diversos, tienden a la confusión. Por esta razón, se puede decir que contamos en nuestro continente y en el país con partidos, dirigentes y militantes que viven confundidos al no saber en realidad qué son sus organizaciones ni mucho menos la composición de estas.

Desde la apertura democrática a partir de la desaparición de la tiranía en el año 1961, hemos tenido innumerables organizaciones cuya composición ha sido tan heterogénea, que se ha hecho difícil definirlas. Porque para nadie es un secreto que en nuestro país las influencias de los liderazgos ha sido fundamental en el desarrollo de los partidos políticos. Los líderes, alrededor de los cuales se han conformado estas organizaciones, han marcado la línea a seguir. O sea, que los partidos y movimientos han tenido como fundamento el pensamiento de quienes los han motorizado o liderado.

Por estas razones ha habido tantos desprendimientos en los partidos políticos. En una época llegamos a hablar de la atomización organizacional. Porque cuando se han producido diferencias de enfoques o pensamiento entre los dirigentes, cada uno ha creado sus tendencias y hasta sus propios movimientos o partidos.

Siempre he hablado de que la mayoría de los partidos desconocen el ADN de su gente, incluyendo a sus dirigentes. Porque muchos partidos se han creado producto de situaciones coyunturales en la que ha habido coincidencias especiales entre personas con pensamientos diferentes y hasta objetivos distintos.

No voy, en esta entrega, a hablar sobre lo que ha ocurrido políticamente desde hace algunas décadas. Me limitaré a la coyuntura actual. Tanto en el Gobierno como en la oposición. Con un gobierno que apenas lleva un año del cuatrienio que finaliza en el 28, y una oposición que está actuando como si creyeran que las elecciones serán en mayo del año entrante. Cosa que llama la atención dentro de gente sensata que piensa que de seguir con ese ritmo, llegarán cansados al 28. Unos y otros. Con la diferencia de que Luis Abinader que dirige la nación, no será candidato.

Otra preocupación para quien esto escribe es el hecho de que, habiendo los principales partidos y líderes actuales gobernado el país, no toman en cuenta que esa lucha anticipada crea confusión y desaliento. Los discursos no están aportando nada que pudiera considerarse fundamental para solidificar la institucionalidad democrática ni para mejorar la calidad de vida de la gente. Pero, sobre todo, en la construcción de un modelo de proyecto a mediano plazo con el compromiso de todos ellos, que han estado al frente de la nación. Lo que les favorecería más a los que aspiran que a quienes ya no podrán volver.

Preocupa también que, como se desconoce el ADN y el pensamiento de una buena parte de los aspirantes, al igual que de muchos dirigentes de diferentes partidos, eso pueda convertirse en un peligro para la democracia. O como diría Emmanuel Esquea, “preocupación a que la democracia se coma la democracia”.

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