Cada 8 de marzo nos detenemos a reflexionar sobre el
papel de la mujer en la sociedad, su lucha por la equidad y su impacto en
nuestra historia. Este Día Internacional de la Mujer es más que una
conmemoración; es una oportunidad para reconocer el legado de mujeres que han
desafiado los límites de su tiempo y han dejado una huella imborrable. Quiero
destacar a cuatro figuras que, por sus aportes, han marcado no solo la historia
mundial, sino también nuestra historia local en la República Dominicana.
Una de ellas es Juana de Arco, sin duda, un símbolo de
valentía y determinación. Su papel en la guerra de los Cien Años en Francia y
su sacrificio la convirtieron en un emblema de lucha por la convicción y la
justicia. Con apenas 19 años, esta joven campesina lideró ejércitos y desafió
los paradigmas establecidos en una época donde las mujeres no tenían espacio en
la guerra ni en el poder. Su legado sigue inspirando a generaciones,
recordándonos que la determinación y la fe pueden cambiar el curso de la
historia.
Si vamos al siglo XX, una de las mujeres más
trascendentales en las esferas tanto política como social fue Margaret
Thatcher, conocida como “La Dama de Hierro”. La trayectoria de Thatcher es otro
ejemplo de liderazgo y carácter. Su rol como la primera mujer en ocupar el
cargo de Primer Ministro en el Reino Unido redefinió la política británica y
global. Con una visión firme y políticas audaces, marcó el final de la Guerra
Fría y transformó la economía de su país. Thatcher demostró que las mujeres no
solo pueden liderar, sino que pueden hacerlo con determinación y firmeza en
escenarios tradicionalmente dominados por hombres.
En el ámbito local, vale la pena mencionar a Yvelisse
Prats-Ramírez, quien fue la primera mujer en presidir un partido político en
nuestro país y en América Latina al ser presidenta del Partido Revolucionario
Dominicano en el período de 1979 a 1982. Luego ocupó el cargo de Ministra de
Educación entre 1982 y 1986. Su compromiso con la educación y la política dejó
un legado invaluable, promoviendo el acceso a oportunidades y consolidando
espacios de participación femenina en el ámbito público. La trayectoria de
Prats-Ramírez es un ejemplo de cómo la educación y la política pueden ir de la
mano para construir un mejor futuro.
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Por último, pero con un lugar muy especial en mi corazón,
quiero mencionar a mi abuela, Asela Mera de Jorge. Más allá de los lazos
familiares, su trabajo como primera dama dejó una huella importante en la salud
pública del país, especialmente con las jornadas de vacunación que fueron un
modelo a seguir para futuras administraciones. Su dedicación y amor por el
servicio son testimonio de que la grandeza también se encuentra en el
compromiso con los demás.
Estas cuatro mujeres son una pequeña representación de
todas aquellas quienes han sido capaces de transformar nuestra sociedad a
través de su liderazgo y la valentía. Desde la política hasta la educación y la
salud, han demostrado que el impacto de una mujer trasciende su tiempo y
espacio. Por eso, la fecha del 8 de marzo es importante para celebrar ese
legado, pero sobre todo para motivarnos a seguir trabajando en construir una
sociedad donde más mujeres puedan escribir sus propias historias de
transformación y cambio.

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