Brasil marca un hito histórico con la condena a Jair Bolsonaro por intento de golpe de Estado

Redacción Q/I

Brasilia, DF.- El 11 de septiembre se produjo un hecho sin precedentes en la historia política de Brasil y de América Latina: el Supremo Tribunal Federal (STF), máxima corte de justicia del país, declaró culpable al expresidente Jair Messias Bolsonaro por su intento de golpe de Estado entre los años 2022 y 2023.

El fallo fue celebrado como un punto de inflexión en un país donde tradicionalmente ha existido impunidad frente a las intervenciones militares. A diferencia de lo ocurrido en Argentina, Uruguay o Chile, donde los procesos judiciales contra dictadores y militares responsables de violaciones de derechos humanos marcaron la transición democrática, en Brasil la recuperación de la democracia en 1985 se caracterizó por una transición pactada que permitió a las Fuerzas Armadas evitar ser juzgadas y conservar influencia política y social.

En esta ocasión, la condena a Bolsonaro incluyó también a miembros de alto rango de las Fuerzas Armadas, entre ellos el excomandante de la Marina y otros generales. El fallo representa un precedente que coloca a Brasil en una nueva etapa frente a las amenazas contra el sistema democrático liberal.

Lecciones del caso brasileño

La defensa de la democracia fue posible gracias a la articulación de diversos actores que, pese a sus diferencias, coincidieron en la necesidad de preservar el sistema democrático.

Unidad política inédita. Luiz Inácio Lula da Silva logró en 2022 conformar un frente amplio que incluyó como vicepresidente a Geraldo Alckmin, histórico dirigente del Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB) y antiguo rival. Esta alianza envió un mensaje clave a los votantes de centro y resultó decisiva para frenar la reelección de Bolsonaro.

Papel de los medios de comunicación. Los principales medios brasileños documentaron la gestión fallida de Bolsonaro, especialmente durante la pandemia, así como sus actitudes autoritarias. A pesar de las amenazas, mantuvieron una postura crítica que reforzó la rendición de cuentas.

Independencia judicial. El STF y el sistema de justicia actuaron como contrapeso frente al Ejecutivo. Bolsonaro intentó presionar e incluso insinuó el uso de las Fuerzas Armadas, pero el poder judicial reafirmó su autonomía, confirmando el valor de una justicia independiente para el Estado de derecho.

Rol de las Fuerzas Armadas. Aunque el expresidente intentó apoyarse en ellas para desconocer el traspaso de poder, solo la Marina manifestó disposición a respaldarlo. Tanto el Ejército como la Fuerza Aérea se negaron, lo que resultó decisivo para sostener el orden democrático.

Preocupaciones sobre el futuro

A pesar del avance que representa la condena, expertos señalan que la democracia brasileña aún enfrenta importantes desafíos:

Vulnerabilidad institucional. El precedente de la operación “Lava Jato” muestra cómo decisiones judiciales celebradas pueden revertirse por irregularidades o presiones políticas.

Fragmentación y oportunismo partidario. Con la mirada puesta en las próximas elecciones, varios partidos buscan atraer al electorado bolsonarista, incluso mediante pactos que ponen en riesgo la institucionalidad. Figuras como Tarcísio de Freitas, gobernador de São Paulo, han radicalizado su discurso contra el STF.

Polarización social persistente. Amplios sectores bolsonaristas consideran el juicio una persecución política, lo que profundiza la división en una sociedad marcada por desigualdad y crisis de representación.

El caso Bolsonaro refleja tanto la resiliencia como las fragilidades de la democracia brasileña. Mientras algunos sectores celebran la sentencia como un triunfo histórico del Estado de derecho, las tensiones políticas y sociales continúan planteando retos de largo plazo para la estabilidad del país.

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